Los rellenos sanitarios constituyen la tercera fuente más grande de metano producido por los humanos en todo el mundo, después del metano producido por el ganado y el gas natural.[1], [2] El gas de rellenos sanitarios está compuesto aproximadamente por una mitad de metano y otra mitad de dióxido de carbono (CO2), enlazados con cientos de contaminantes tóxicos, que incluyen metilmercurio y muchas otras sustancias químicas cloradas que pueden formar dioxinas sumamente tóxicas al quemarse (ver Incineración de basura). El tritio radiactivo también se encuentra cada vez más en el gas de rellenos sanitarios, provenientes de los carteles de salidas de emergencia y otras fuentes.[3] El metano es otro gas de efecto invernadero que es 86 veces más potente que el CO2 en el transcurso de un período de 20 años.[4] Se produce cuando los desechos orgánicos (restos de basura, productos de papel y madera, desechos de jardín y aguas residuales) se descomponen en un ambiente que carece de oxígeno.
En los Estados Unidos se requieren enormes vertederos para capturar el gas de rellenos sanitarios (donde habitualmente también se quema), pero los sistemas de captura son solo parcialmente efectivos. Los rellenos sanitarios sostienen que habitualmente capturan alrededor de un 75% del gas,[5], [6] pero las cifras reales pueden ser mucho menores.[7], [8] Gran parte del gas se escapa en forma de emisiones fugitivas que provocan cáncer y otros problemas de salud en las comunidades que habitan en las cercanías.[9]
Muchos vertederos queman el gas en antorchas, mientras que otros que lo queman para producir calor o electricidad, o lo limpian para ser distribuido en gasoductos de gas natural. Estos son los procesos de generación de energía a partir del gas de rellenos sanitarios. Al quemar el gas, la mayor parte del metano se convierte en CO2, lo cual reduce drásticamente las consecuencias para el calentamiento global. Si bien se descomponen algunos contaminantes en el gas, también produce contaminantes nuevos, como óxidos de nitrógeno, que provocan ataques de asma y liberan dioxinas sumamente tóxicas.[10] Los proyectos para generar este tipo de energía reciben muchos subsidios estatales y federales. Los legisladores en temas de clima y energía favorecen a los lobistas de la industria de los desechos y les otorga subsidios para vertederos y incineradoras en lugar de apoyar las iniciativas de cero desperdicio como el compostaje y el reciclaje. El resultado es que algunas comunidades cancelan los programas de compost para destinar una mayor cantidad de desechos orgánicos a los vertederos y maximizar las oportunidades de generación de energía a partir de gas de rellenos sanitarios.[11], [12] Alrededor del 90% de los residuos que terminan en vertederos e incineradoras pueden reciclarse o compostarse. Los vertederos compiten habitualmente por los mandatos de energías renovables con las energías eólicas y solares, y además absorben los subsidios que deberían destinarse a alternativas más limpias que no implican la quema.
Irónicamente, quemar gas de rellenos sanitarios para producir energía puede ser mucho más perjudicial que simplemente dejar que el gas se libere.[13] La gestión de los vertederos como instalaciones energéticas estimula la mala administración de estos sitios, pues se vuelven más gaseosos, cuando un sistema eficaz de residuos debería proponerse precisamente lo contrario. Los restos de comida y desechos de jardín, junto con otros residuos orgánicos limpios, deberían separarse en la fuente y compostarse de manera aeróbica. La materia orgánica sucia que queda en la basura y en las aguas residuales debería digerirse anaeróbicamente para estabilizarla antes de que llegue a los vertederos y así evitar que se genere metano allí, donde el gas es más difícil de capturar.[15]
Energy Justice Network: energyjustice.net/lfg
Global Alliance of Wastepickers: globalrec.org